Comprender de parte de padres y maestros, que el centro de la educación es el hijo / alumno, como sujeto a recibir una formación holística, es la clave para generar esta unión. Entender de parte de los padres que ellos son los primeros educadores y que la educación es integradora, que la instrucción no agota la realidad escolar, y que lo que se recibe en las aulas va más allá de un mero aprendizaje de datos y habilidades, es fundamental para generar en ellos una actitud de interés y participación activa hacia la escuela ya que ésta se hace responsable, con las familias, de la formación del niño. Por esta razón es importante conocer el Proyecto Educativo de la escuela, los valores que inspiran a la comunidad educativa y cómo éstos se llevan a la práctica en el diario vivir.
Han de haber dos movimientos; el de los padres, para que en su aproximación hacia la escuela entiendan de manera completa lo que se genera tanto a nivel aprendizaje, como en las relaciones humanas, así como transmisión de valores; y la del colegio como entidad capaz de generar relaciones de participación y formación con respecto a sus alumnos y las familias de estos. La educación pasa por el que en el colegio se entienda que lo que se recibe en el plantel es una familia y no solo un alumno. Para ello ambas partes deben tener claro que, si hablamos de una formación integradora capaz de hacerse vida cotidiana; una sustenta a la otra.
Proceso educativo: tarea común
Se trata de generar conciencia de que la educación es un largo proceso en el que, el acompañamiento mutuo de los padres y la escuela a lo largo de todo el proceso formativo en sus distintas etapas, es la única manera de consolidar una verdadera educación. Para ello es fundamental que el colegio sea consciente que a lo largo de la escolaridad del alumno, hay un tiempo de vida que transcurre en los padres con todas sus variantes, y que la proximidad inicial debe ser el principio de una larga relación en la que todos los que participan del proceso educativo van también cambiando y para ello debe estar preparada. Al parecer las estadísticas demuestran que conforme el niño va avanzando en su escolaridad los padres van tomando distancia del colegio como centro de encuentro. Una vez más, la escuela debe ser conciente de este cambio de intereses para salirle al encuentro a esta nueva realidad que se presenta, y sea un punto de referencia que esté a la altura de esta nueva realidad.
Para ello la escuela debe ser un centro que este en capacidad de convocar con propuestas originales e integradoras a los padres, es en este sentido que debe entender su real lugar en el ámbito familiar. La escuela no termina al toque de timbre, su influencia irrumpe en la familia; y el alumno no solo es tal al cruzar la puerta del colegio, su realidad familiar lo sigue dentro de las aulas.
La vocación que reúne a maestros y padres formadores, se concreta en la tarea común que tienen en los hijos, esa será la clave para unirse en un proyecto que involucre un plan educativo integrador, en el que familia y escuela participen positivamente en aras a consolidar progresivamente la formación de los hijos.