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los niños son la felicidad de un maestro

lunes, 20 de junio de 2011

Importancia del contexto familiar en el desarrollo infantil

La responsabilidad de educar a los NIÑOS ha recaído durante muchos años en el grupo familiar y progresivamente, a la escuela en donde  otros agentes educativos han ido asumiendo la tarea y la responsabilidad de satisfacer las necesidades que plantea el desarrollo de los niños y las niñas y de preparar su futuro en el seno de la sociedad.
La familia es para el niño su primer núcleo de convivencia y de actuación, donde irá modelando su construcción como persona a partir de las relaciones que allí establezca y, de forma particular, según sean atendidas sus necesidades. Los padres como primeros cuidadores, en una situación “suficientemente” buena, establecerán un vínculo, una sintonía con el niño/a que les permitirá interpretar aquellas demandas de atención y de cuidado que precise su hijo en cada momento.
 Según Barudy (2005) los buenos tratos a niñas y niños aseguran el buen desarrollo y el bienestar infantil y son la base del equilibrio mental de los futuros adultos y, por tanto, de toda la sociedad. El punto de partida de los buenos tratos a la infancia es la capacidad de madres y padres para responder correctamente a las necesidades infantiles de cuidado, protección, educación, respeto, empatía y apego. La competencia parental en estos aspectos vitales permite que las niñas y los niños puedan crecer como personas capaces de tener una buena autoestima y de tratar bien a los demás.
Es evidente que la familia juega un papel fundamental al ser el contexto en el que las niñas y los niños establecen sus primeros vínculos afectivos, en donde aprenden las primeras cosas y en donde el mundo comienza a cobrar sentido.

martes, 14 de junio de 2011

Introducción

El presente blog se creo, en primer lugar, a modo de marco «contextualizador», ya que permite analizar los cambios ocurridos en  la configuración de las familias a través del tiempo, las cuales afectan en la participación  de la labor educativa de los centros escolares. En segundo lugar, se analizan y describen los distintos enfoques teóricos y prácticos sobre las relaciones familia- escuela ( implicación de las familias dentro de el recinto educativo y viceversa y los  modos de relación). Por último, se presentan algunas opiniones acerca de la unión entre estos dos contextos para formar a la persona mas importante de la sociedad: LOS NIÑOS.

lunes, 16 de mayo de 2011

Rol del maestro y de los padres en la escuela

Comprender de parte de padres y maestros, que el centro de la educación es el hijo / alumno, como sujeto a recibir una formación holística, es la clave para generar esta unión. Entender de parte de los padres que ellos son los primeros educadores y que la educación es integradora, que la instrucción no agota la realidad escolar, y que lo que se recibe en las aulas va más allá de un mero aprendizaje de datos y habilidades, es fundamental para generar en ellos una actitud de interés y participación activa hacia la escuela ya que ésta se hace responsable, con las familias, de la formación del niño. Por esta razón es importante conocer el Proyecto Educativo de la escuela, los valores que inspiran a la comunidad educativa y cómo éstos se llevan a la práctica en el diario vivir.
Han de haber dos movimientos; el de los padres, para que en su aproximación hacia la escuela entiendan de manera completa lo que se genera tanto a nivel aprendizaje, como en las relaciones humanas, así como transmisión de valores; y la del colegio como entidad capaz de generar relaciones de participación y formación con respecto a sus alumnos y las familias de estos. La educación pasa por el que en el colegio se entienda que lo que se recibe en el plantel es una familia y no solo un alumno. Para ello ambas partes deben tener claro que, si hablamos de una formación integradora capaz de hacerse vida cotidiana; una sustenta a la otra.

Proceso educativo: tarea común

Se trata de generar conciencia de que la educación es un largo proceso en el que, el acompañamiento mutuo de los padres y la escuela a lo largo de todo el proceso formativo en sus distintas etapas, es la única manera de consolidar una verdadera educación. Para ello es fundamental que el colegio sea consciente que a lo largo de la escolaridad del alumno, hay un tiempo de vida que transcurre en los padres con todas sus variantes, y que la proximidad inicial debe ser el principio de una larga relación en la que todos los que participan del proceso educativo van también cambiando y para ello debe estar preparada. Al parecer las estadísticas demuestran que conforme el niño va avanzando en su escolaridad los padres van tomando distancia del colegio como centro de encuentro. Una vez más, la escuela debe ser conciente de este cambio de intereses para salirle al encuentro a esta nueva realidad que se presenta, y sea un punto de referencia que esté a la altura de esta nueva realidad.
Para ello la escuela debe ser un centro que este en capacidad de convocar con propuestas originales e integradoras a los padres, es en este sentido que debe entender su real lugar en el ámbito familiar. La escuela no termina al toque de timbre, su influencia irrumpe en la familia; y  el alumno no solo es tal al cruzar la puerta del colegio, su realidad familiar lo sigue dentro de las aulas.
La vocación que reúne a maestros y padres formadores, se concreta en la tarea común que tienen en los hijos, esa será la clave para unirse en un proyecto que involucre un plan educativo integrador, en el que familia y escuela participen positivamente en aras a consolidar progresivamente la formación de los hijos.

La familia y la escuela: dos contextos, un sólo niño

Familia y Escuela son un marco referencial imprescindible para la incorporación de un nuevo ser humano a la sociedad; pero, este marco se encuentra a través de los cambios impuestos por transformaciones diversas que han de asumir ambas instituciones para responder a su tarea educativa y socializadora.
Cabe mencionar que la  Familia: Es un conjunto de personas unidas por lazos de parentesco. (Basedas; 1998)
Ahora bien, considerando que los sistemas familiares varían ampliamente en las distintas culturas, lo que experimenta el niño no es, en absoluto, el mismo en todas ellas. La madre es normalmente el individuo más importante tras el nacimiento del niño, pero, la naturaleza de las relaciones establecidas entre madres e hijos está influida por la forma y la regularidad de dicho contacto. Esto depende, por lo tanto, del carácter de las instituciones familiares y su relación con otros grupos sociales.
La familia como primer ámbito educativo necesita reflexionar sobre sus pautas educativas y tomar conciencia de su papel en la educación de sus hijos. La complejidad de la realidad actual se le escapa y esto repercute en la vida del niño, conllevando problemas escolares y familiares que surgen en la realidad diaria: desinterés, falta de motivación, dependencia, bajo rendimiento, fracaso escolar, violencia, etc., que no se pueden atribuir a la sociedad, a la familia, a la escuela o a los alumnos, en abstracto, de manera independiente como sectores cerrados, sino que la interacción de todos ellos es la que propicia esta situación.

             La escuela se sitúa en el segundo espacio, de vital importancia, en la vida de los niños y niñas. Entre sus objetivos se encuentra: fomentar la participación, cooperación y colaboración entre los alumnos (Basedas; 1998).En consecuencia, la puesta en práctica de los valores comunitarios y democráticos que se proponen en la familia y la escuela, formarían parte de las experiencias y vivencias de los alumnos, desde los dos ámbitos en los que interactúa cada día, configurando su identidad y el concepto que de sí mismo van adquiriendo.
            El niño comienza su trayectoria educativa en la familia que la escuela complementa. Por tanto, familia y escuela son dos contextos próximos en la experiencia diaria de los niños, que exige un esfuerzo común para crear espacios de comunicación y participación de forma que le den coherencia a esta experiencia cotidiana. La razón de este esfuerzo se justifica en sus finalidades educativas dirigidas al crecimiento biológico, psicológico, social, ético y moral del niño, en una palabra, al desarrollo integral de su personalidad (Meece; 1991).
            La escuela y la familia son dos instituciones que se influyen mutuamente y son determinantes en los procesos formativos de los sujetos. (Rodríguez; 1994)
            De la coordinación y armonía entre familia y escuela va a depender el desarrollo de personalidades sanas y equilibradas, cuya conducta influirá en posteriores interacciones sociales y convivencia en grupo, que crearán un nuevo estilo de vida.
            Independientemente de la asistencia a un entorno educativo distinto del familiar, es evidente que la familia continúa existiendo o, en otras palabras, el desarrollo infantil no se realiza sólo en el contexto escolar sino que es compartido con el familiar.
            Ahora bien, la posibilidad de complementariedad entre el entorno familiar y el educativo está en parte determinada por el hecho de que el servicio de atención a la infancia responda a las necesidades de las familias. Es difícil que exista complementariedad y continuidad entre los distintos entornos si las familias consideran que el tipo de servicio no responde a sus necesidades y, en consecuencia, desarrollan actitudes negativas hacia él. Esta cuestión es muy importante, ya que muchas veces no se acaba de entender que la educación infantil responde también a las necesidades de las familias y no sólo a las de sus hijas e hijos. En otras palabras, dada la enorme importancia del contexto familiar en el desarrollo infantil, no existen en abstracto necesidades educativas de los niños y las niñas al margen de las educativas y asistenciales de sus familias. 
            Por eso creo que la Familia y Escuela tienen funciones sociales diferentes, pero complementarias. Ante la complejidad del mundo de hoy han de unir sus esfuerzos para lograr superar las dificultades que se les presentan porque en última instancia su razón de ser está en función del desarrollo integro del niño en su tarea educadora.